Robinsón naufraga frente a las costas del sur de España. Con dificultad, consigue llegar a la orilla y salvar la vida. Es un ser anónimo y un proscrito, como tantos otros miles de inmigrantes subsaharianos. Robinsón consigue trabajo en los invernaderos de la costa de Almería, pero la situación ahí es muy precaria para los inmigrantes y decide adentrarse en el interior de la península. La mente de Robinsón está repleta de voces, espíritus que le confunden y le gobiernan. Para liberarse de ellas tendrá que cumplir una misión: matar a un hombre.