El frutero recibe la visita de su hija Claudia, que viene a pasar unos días con él. Como es tan gañán y egoísta, se olvida completamente de la cita y se marcha tranquilamente al fútbol. Gonzalo se hace cargo de la niña mientras su padre está fuera y Claudia termina cogiéndole cariño. El frutero, celoso de que su hija tome como referente paterno a Gonzalo, hace todo lo posible por reconquistar su cariño e incluso llega a conseguir que Soraya, una de las finalistas de Operación Triunfo, cante con ella.