La marcha de Cruz a la casa de reposo deja dos bandos. El de los vencidos, liderado por Alonso, hundido ante la falta de su esposa, y Petra, que sin la marquesa ha quedado desprotegida y pasa a ser una simple doncella más. Y el de los vencedores, en el que están Elisa de Grazalema, que ve más cerca el dinero de la herencia del barón; Lorenzo, que ha cumplido su venganza; y Catalina, a la que por fin se le permite ponerse al frente de la gestión de la finca. En la planta del servicio, Pía está en shock al dar pábulo el doctor a que pueda estar siendo envenenada. Por su parte, Lope intenta explicar a Salvador que las idea de María Fernández de que se van a casar fue por el bien de la propia María. Jana no entiende el frío trato que le dispensa Manuel. Lo que desconoce es que el señor se ha convertido en un títere en manos de Jimena.