Francisco Navarro Artiles describe los aspectos más significativos en la historia de la Fuerteventura cerealista. El uso de gavias en la Isla permite cultivos, que de otra manera, serían imposibles de obtener, mientras que los pajeros preservaban el grano obtenido del ataque de los roedores. Las terribles hambrunas y miserias se llevaron en ocasiones al 80% de la población, por pura hambre. A pesar de ello, los majoreros pagaban sus diezmos y primicias a la Iglesia, que los almacenaba en La Silla, según cuenta Pedro Carreño. En los siglos XVII y XVIII la caleta de Pozo Negro tuvo gran protagonismo en las transacciones comerciales entre Gran Canaria y Fuerteventura.