Con la muerte del magistrado, el Águila toma un papel más activo en su conspiración para gobernar el sur de California. Envía a dos de sus hombres, Quintana y Fuentes, a Los Ángeles con un cargamento de pólvora para las armas que antes se introducían de contrabando en el pueblo. Los dos hombres se ganan la ira del Águila por sugerir que el Zorro puede alterar el plan y, con miedo, parten hacia su misión.