Diez casos de diez asesinos en serie que tenían todos la particularidad de que eran enfermeros y trabajaban en centros de salud de reconocido prestigio. Se ignora, en la mayoría de los casos, el número total de pacientes a los que asesinaron utilizando fármacos o venenos, conscientemente. No se trataba de casos de eutanasia, ni de mala praxis, sino, simplemente, de asesinos que habían elegido un lugar en el que podían fácilmente ocultar sus crímenes: un centro hospitalario en donde, inevitablemente, algunos pacientes morían.