Durante siglos, las Islas Canarias sufrieron las incursiones de piratas y corsarios que azotaron sus costas. En 1553, el corsario François Leclerc, conocido como Pie de Palo, saqueó Santa Cruz de La Palma con el apoyo de traidores locales, pero la resistencia local logró recuperar la ciudad. Posteriormente, en 1585, Sir Francis Drake atacó Santa Cruz de La Palma con su escuadra, pero los defensores repelieron el ataque. A finales del siglo XVI, los holandeses también intentaron conquistar las islas, sitiendo el Castillo de la Luz en Las Palmas, aunque su dominio fue efímero. Estos conflictos reflejan la constante lucha de Canarias por mantener su soberanía en un mar agitado por las ambiciones europeas y africanas.