En 1903, el surgimiento del Partido Local Canario en Las Palmas desató una intensa rivalidad con Tenerife, que culminó en un proceso de lucha política por la división de las Islas Canarias en dos provincias. A pesar de los esfuerzos por mantener la unidad provincial, las tensiones entre Gran Canaria y Tenerife llevaron a diversas propuestas y conflictos que finalmente resultaron en la creación de las provincias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife en 1927. Esta división, aunque no resolvió por completo la rivalidad insular, marcó un hito en la administración regional y sentó las bases para el desarrollo equilibrado de las islas.